domingo, 13 de septiembre de 2009

Esto ya parece una casa.

Comemos todos juntos sobre el suelo de madera, arroz con pollo y ají (salsa picante) que nos ha traido la organización.

Durante la comida intimamos algo más entre nosotros, y también con la familia, se crea un ambiente muy bueno.

Nuestros compañeros de Perú son una administrativa, un mensajero (aquí los bancos envían las tarjetas de crédito en mano, y este servicio lo hace Prosegur), y un vigilante de un camión blindado (lleva 14 años, y nos cuenta anécdotas de su día a día, trabajo bien peligroso acà).

Eli, el señor de la casa, tiene que llegar a la ciudad para comenzar su jornada laboral como panadero, trabajará toda la noche.

Nos ponemos manos a la obra, y en una hora tenemos levantadas las paredes.

Estos clavos peruanos son durísimos, me duelen las manos de martillear.

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